jueves, 18 de febrero de 2010

18ºC, ni frío ni calor.

El aceite y el vino comparten muchas cosas, como la devoción de los gourmets por los mejores líquidos, las técnicas de cata o el hecho de ser productos vivos, pero si en una cosa se diferencian, es que el aceite no gana con el tiempo.

Aunque el zumo de oliva puede consumirse durante bastante tiempo, lo cierto es que a partir de un año empieza a perder propiedades. Para minimizar este inevitable proceso, almacenamos el aceite Treurer en depósitos de acero inoxidable, que no reacciona con el contenido, no absorbe los olores, no deja pasar la luz y dispone de una base cónica para facilitar la decantación de los sedimentos. El espacio del depósito que no está ocupado por aceite lo rellenamos con nitrógeno, impidiendo así la oxidación. La cámara donde se encuentran los depósitos la mantenemos a temperatura constante y humedad controlada, y allí almacenamos también las cajas pendientes de distribución.

Cual producto congelado que exige una cadena de frío, el aceite debería ser conservado siempre por los consumidores en lugares oscuros y de temperatura estable, ni frío ni caliente (entre 16 y 20ºC). Siempre que sea posible (lo es con nuestras botellas) no se debe cambiar el aceite de recipiente.

Además aconsejamos consumir nuestro aceite Treurer de temporada (un año), y nunca superar los 18 meses.

lunes, 1 de febrero de 2010

La invención del aceite de oliva


El olivo es uno de los ejemplares del mundo vegetal más tempranamente conocidos, cultivados y utilizados por el hombre. El olivo fue muy reverenciado en la antigüedad, puesto que con sus ramas se tejían las coronas de los vencedores y se le consideraba símbolo de la paz.

Los griegos atribuían la invención del aceite de oliva a la diosa Atenea.

Cuando Zeus fundó la capital de la provincia del Ática, declaró que esta ciudad llevaría el nombre de la divinidad, que otorgase el mejor regalo a los humanos.

Se disputaron dicho honor, Poseidón con la invención del caballo y la diosa Atenea con la del olivo. Los dioses consideraron que el regalo de Atenea era el más provechoso porque con él se obtenía sombra, leña para el hogar, olivas y aceite.

Es por ello que la ciudad recibió el nombre de ATENAS, que en griego significa “la ciudad de Atenea”.

En Roma el aceite era un producto extraordinariamente apreciado, por ello se vendía a precios elevadísimos; se le consideraba en los primeros tiempos de la República como un objeto de lujo y no de uso, por lo que sólo se distribuía al pueblo en circunstancias extraordinarias.


QUIQUAEQUOD